martes, junio 30, 2009

Manual de Procedimientos Penitenciario

Ese conflicto eterno entre el ser y el deber ser se ve representado en las intenciones humanas, en su vida cotidiana, en el actuar de unos frente a otros y en su intimidad personal que puede llevarlos a vivir en sociedad o a ser excluidos de ella, dialéctica que resolvemos la mayoría y a pesar de todo el entramado criminalizante o victimizante que nos rodea, optamos por lo primero como producto de la adición circunstancial de innumerables factores. Particular atención merecen aquellas mentes que producto de la erudición, el análisis o la cotidiana observación percibida con todos sus matices, que nutren nuestra realidad penitenciaria y que llega a sus conciencias por ósmosis social del sentir, del vivir más que por el saber teorizado, encajonado y dosificado.
Con esfuerzos que buscan enlazar, formular o explicar al interesado o al necesitado de conocer la mecánica honesta de las estructuras legales y administrativas de un sistema carcelario, va este documento como instrumento de reflexión, estudio e información que busca aportar a la transformación de estereotipos, ideas doctrinales y sobre todo sentido al positivismo clásico de la vida penitenciaria en Guatemala.
Encontrarnos en los albores veloces y voraces del siglo XXI no nos garantiza de ninguna forma la transfiguración hacia esa utopía penitenciaria reflejada en el desarrollo de instituciones como el Régimen Progresivo, motor intencional que prevalece en la Ley 33-2006; se hace lejana, aun con andares importantes como la instauración de la Ley del Régimen Penitenciario, a pesar de la existencia de los profetas de la fatalidad y de esa triste realidad que nutre la opinión que expresa que dicha ley ha nacido muerta, opinión de unos, oportunidad de otros que creen en el hombre y en su factibilidad. Esta percepción nos da clara referencia a las buenas, innovadoras, intenciones de esas mentes humanitarias que intentan con la ley y desde ley transforman paradigmas, pero a esto no podemos negar que le existe su polo de tensión, aquellos que siguen en el mundo medieval de la punición, del castigo, del terror como medio insaciable de purgar las penas.
Aun no son suficientes los que piensan y saben que es deber social primario prevenir y cuando esto no alcanza reeducar, resocializar al individuo que por una u otra razón calló en prisión. Buscar a toda costa la aceptación privada de los elementos que lo llevaron a la condición de privado de libertad y desde ese sustrato personalista edificar la transformación desde su yo profundo de los patrones que lo llevaron a delinquir, de inmediato se puede y se admite que hablamos de un ser que ya está formado pero que en su sustento social no puede ignorarse los procesos reconstructivos de los cuales estamos llenos como producto del aprendizaje constante al cual estamos sometidos y que nos llega a poder compartir que “El hombre es un ser perfectamente perfectible” y para ello se aporta desde este espacio gráfico y desde el trabajo cotidiano de cientos de personas que creen en lo que hacen más allá de todas las limitaciones con las que se encuentran en el día a día.

martes, junio 16, 2009

Tabúes Odiar… ¿Para qué?

Odiar hasta que duela,
odiar al punto que el corazón se encoja,
se estruje, se llene de agua,
se haga tan pequeño que casi no alcance para nada…
Odiar al punto que la sangre empuje los líquidos de los nichos oculares,
que lleguen al punto de estallar.
Odiar al punto de llorar,
Al punto del más agudo berrinche,
odiar con todo el cuerpo…
hacer que el cuerpo vibre del dolor del odio;
revolcarse del odio envidioso que aumenta el odio de impotencia.
Odiar, odiar, odiar, odiar con todas las fuerzas del mundo,
odiar con todas las fuerzas del cuerpo,
odiar hasta que duela.
Odiar con ese incomprensible llanto de inutilidad,
de impotencia, de frustración, de estar asqueado,
odiar profundamente hasta que las entrañas sean incapaces de recibir ni contener el más delicioso nutrimento.
Odiar confusamente,
odiar estrechando los ojos, enfocando con toda la fuerza,
odiar con profunda pasión,
odiar hasta que no entiendas,
odiar hasta que te ciegues,
odiar deseando fulminar, pulverizar y desaparecer lo odiado.
Odiar, odiar, odiar sin reprimirse,
odiar sin hipocresía.
Odiar sin tapujos,
odiar sin limitaciones,
odiar sin pecado…
¡Odia para poder amar!

lunes, junio 08, 2009

¿Maquiavelo o Tomás Moro?

Empieza con Moro en campaña y termina del lado de Maquiavelo ya en poder, ausente de cualquier intención de responder al “bien común” de todos y declarando un “bien común” de algunos en nombre de todos. De Idealistas a oportunistas. Parafraseando a Karin Erbsen de Maldonado.

En nuestro micro pero convulsivo mundo político, nuestros políticos predominantes le hacen lugar al Príncipe y solo algunos hoy como en nuestra historia “democrática” encuentran sentido en la ética como postulado político, son esos seres “extraños” , extraños ante los ojos del pueblo llano que en su desesperada necesidad de filiación al poder y con ello a la mejora en la supervivencia tienen clara la materia que la política es para hacerse de todo, aun a costa de todos, no importando si esta avalancha deja, muertos, heridos, huérfanos; al fin son solo instrumentos de esta maquiavélica disciplina contemporánea polarizada hacia esa pragmática interpretación del quehacer político. En principio el concepto es neutro y nace como un ejercicio pragmático al estilo de la civilización filosofal griega, pero como en esta construcción ideológica los individuos en sus cotidianas actitudes, abiertamente manifiestan que lo correcto, su estructura ética se manifiesta en su actividad moral sin ningún atisbo de duda, con mano firme, con piernas fuertes y convencidas que todo lo que hacen es lo correcto y que así debe ser. Se ha instruido a la masa de tal forma que aguardan agazapados esperando su turno, como si en este repartir hubiera tiempo, espacio y riqueza para todos; pero aun así esperan, como quien espera ganarse la lotería, una herencia, un tesoro perdido por algún rico despistado o de la imprudencia violenta de narcos que se maten y dejen regado los miles de dólares cual película taquillera y quedando con ello solamente el trabajo de agacharse, recoger y pasar desapercibido; pobres ilusos, pobres pobres, miserables que se les ha robado hasta el ingenio del trabajo digno, honesto, constructivo y aportador a la otra cultura de la cual nos alejamos día a día.

martes, junio 02, 2009

¿Entonces en qué quedamos?

Pobres de nosotros porque “no andamos en nada”, no hay forma de sumar uno más uno y esas cifras apiladas pronto se derrumban y quedan de nuevo en nada. Muchos se “dan color” y otros reafirman sus discursos solititos, recordemos que son pocos los que “leen” en Guatemala y menos los que van más allá del entendimiento llano de ese concepto; los escritores cotidianos y sus análisis profundamente hundidos en su pasión, inyectados de enojo, impotencia ante el “aquí no pasa nada”, escriben y escriben desgastando sus ideas en la lija de la indiferencia, ya que la madre impunidad ha dado cobijo a los actores y actrices de estos desmanes y no pasa nada. Nos instruimos en profundos discursos que buscan justificar con creces la positivación de la justicia, del sentido de seguridad y de un estado de paz suficiente para vivir con toda responsabilidad y de producir para crecer, para desarrollarnos, con ese compleja integridad. Ellos enfrentan a las pocas palabras, al discurso llano, eufórico, hepático pero con el poder del poder; desde ese trono y con esas fuerzas cualquiera se defiende y no necesita profundizar en nada, no necesita convencer de nada. Ya todo está decidido y debe cumplirse de esa o de aquella forma, al final es la oportunidad que se tiene de experimentar las otras formas de vivir la “democracia” o los “estilachos” de sistemas que buscan ser patentados como exitosos a costillas del monólogo y la imposición.
Las semanas pasan, las personas se lanzan de las camionetas buscando sobrevivir al asalto, a la violación, a la muerte… signo fehaciente de querer vivir en estos compatriotas; otros corren raudos y se apoyan en las calcomanías cristianas del barandal del vacío y se lanzan desesperanzados, con profundos conflictos personales potencializados por esta realidad, se les ha cerrado toda puerta, toda ventana y no hay fuerza terrenal que los detengan y cobran vuelo hacia el infinito; enfermos dirán unos, pecadores otros, pero no estuvimos en esa ruta de escape y si lo estuvimos es evidente que no incidimos en nada. Salud mental? Uff!! Eso es lo que nos queda a la mayoría que no salimos en desbandada para acompañar en la ruleta de vida o muerte que acompaña en sus bolsillos, pegada a la piel de los emigrantes. De “esos” que deciden por las buenas buscar un nichito en donde sobrevivir aún a costa de principios humanos sacrificados pensando que algún día habrá mejores oportunidades, esperanzados agazapados como los sapos u otros bichos entre la sequedad la llegada de venturoso invierno esperando una mejor oportunidad en el devenir del tiempo. Otros, los terceros camina, corren, manejan o pagan taxi y se lanzan a los brazos de la muerte, solos o acompañados. Los cuartos escribimos, platicamos, buscando ideas que nos refresquen, que nos recarguen de sentido en el día a día; buscamos ecos, buscamos interlocutores que nos permitan no perder la calma, complementar ideas y ratificar que aun no estamos ni desesperanzados, ni locos, ni enajenados; porque de estos últimos ya tenemos suficientes, son los que para sobrevivir en este desorden ético y moral lamen el látigo que los fustiga, se pliegan indolentes a los principios humanos y buscan hacerse a toda costa del poder, por mínimo que este sea, ahí buscan construir su pequeño o gran feudo desde donde poder gozarse subyugando a ese pueblo anónimo, silente, reprimido, intimidado, manipulado a fuerza de incertidumbre, de ignorancia, pero sobre todo de la necesidad de verse incluidos en el reparto del estar mejor, del tener un empleo digno, medianamente estable; la sobrevivencia ya es trabajo personal en esta guerra que tiene batallas diarias. Todo este sistema es nuevo para la mayoría que no creció en él y ahora busca entenderlo y acomodarse con afán mimético que le permita llegar a tener las buenas “varas”, sobrevivir, defenderse, sentirse parte de esto que llamamos sociedad con una normativa que choca en su interior y nos deja asolados pensando que esa nueva estructura ética que busca ser abrasada como norma, como conducta, como lo correcto que a diario nos representan en este anfiteatro de muerte, violencia y corrupción.