martes, noviembre 06, 2007

La Pesadilla Guatemalteca

¡La Pesadilla guatemalteca!

La violencia en todas sus formas campea en la sociedad guatemalteca, el terror provocado por ella es el mejor silenciador de poblaciones enteras que aman la vida y pretenden vivir, con toda justa razón, aun con la consecuencia acarreada como puede ser la pérdida irremediable de la dignidad de ser Persona, de ser Ser Humano, de ser Hijo de Dios que nos es inherente a cada uno. Perdemos nuestros valores de convivencia social a causa del silencio, de la indiferencia, de la injusticia, de los golpes y sobre todo del anhelo, de la esperanza de que por arte de magia se resuelva todo y nuestros hijos tengan un mejor futuro, esto si no nos involucramos en la solución no podrá ser la respuesta que esperamos y solamente nos convertirá en sobrevivientes animados por un soplo darviniano en la búsqueda de preservar nuestros genes en la manada humana que se sobreponga a los tiempos, aun con vestigios de indignidad.

Agobiados por el terror, el pánico, la angustia a lo que será de cada uno en el nuevo mañana que traerá el sol del día siguiente, angustia por cada uno de los inocentes que sufrirán la violencia en cualquiera de sus formas y se preguntarán por qué a ellos y recordarán que ha habido otras víctimas que sus ojos observaron y su boca calló. No nos damos cuenta que nos convertimos en cómplices cuando no hacemos nada, ni por nuestra propia dignidad humana perdida, aunque no se haya perdido la vida, ¡vaya costo el que tenemos que pagar!

Nuevamente se acerca a nosotros este triste componente de la realidad guatemalteca y ahora se buscó enseñorar en nuestro compañero Marco Antonio Caceros quien sufrío en carne propia la violencia generada por la amenaza, los golpes, el secuestro, los insultos, el chantaje que buscaron amedrentarlo y renunciar también a su condición digna de Ser Humano y de Persona, su condición física, moral y espiritual.

Vemos todos los días la violencia en las historias de cada unos de los chicos y chicas, conocemos las historias de muerte que nuevamente se repiten en ese ciclo de muerte que sigue enlutando nuestras comunidades en donde al final no hay ganadores, solamente perdedores, en donde nuevamente se ha olvidado en donde empezó la razón de arrancar la vida a otro, que desde luego sigue careciendo de total sentido. Solamente aquellos ya enfermos ven en ello la satisfacción sádica que provoca morbosamente la violencia y pareciera que nunca formarán parte de la respuesta en la construcción de la Cultura de Paz, de armonía, de justicia y de desarrollo humano.

Nuevamente hago mío nuestro lema “El mundo no lo cambian los que se lamentan del mal que existe sino aquellos que luchan por mejorarlo” solamente que ahora lo hago más específico porque pareciera que muy pocos comprendemos que el mundo lo formamos todos y todas que vivimos en cada comunidad, en cada barrio, en cada pueblo y ciudad de nuestro país; ahora me apropio y digo “Mi comunidad no la cambia nadie, ni tu ni yo, amigo lector, que no se involucre en su propio cambio”. ¡Adelante Caceros, compañero, amigo; vos que te has expuesto a la injusticia y que has trabajado en la construcción de una sociedad distinta, positiva desde una propuesta institucional que también es tuya, adelante, que también con ello enseñás!

Septiembre de 2007