viernes, enero 16, 2009

Guatemala un país desmembrado pero con esperanza

(Parte II)
Si, con esperanza porque seguimos acá aunque pareciera que somos gente indolente, reactivo y prontamente apaciguado luego de nuestras explosiones, sino veamos como luego de linchiamientos, de cualquier tipo, aparece la laguna del “yo no sé, saber como fue que pasó, etc.” Lo mismo sucede con nuestra postura ante fenómenos como la crisis del capitalismo neoliberal y seguimos actuando mayoritariamente a la espera de la respuesta externa, esa respuesta que nos ahora la energía de pensar, actuar y desarrollar nuestra propuesta desde la nacionalidad guatemalteca. Esa esperanza sale en este foro atribuyendo nuestra obligación de actuar creativamente como ya lo han hecho otros países latinoamericanos que en momentos similares han logrado crear e implementar situaciones que los han hecho un poco o más diferentes a nuestra Guatemala, ellos ahora están en mejores condiciones que nosotros a todo nivel. Eso de trabajar en ideas, proyectos y programas en donde se involucre la colectividad nacional dejando por un lado los intereses mezquinos y mesiánicos de los de siempre, esto aun no se nos da, mejor aun no lo hacemos aun.
Nosotros con nuestro enredijo nacional arrastrado, empujado y acrecentado por los grupos todo poderosos que cadenciosamente consolidan su tajada mundial. Nos deja con menos posibilidad de construir otra identidad, edificada desde dentro, desde nuestra propia apetencia colectiva. Nos roban, dejamos impávidamente que lo hagan, no lo percibimos como eso; hemos naturalizado y normalizado el agravio, el crimen en contra de cada uno desde esa misma colectividad.
Nos roban la posibilidad de crear y practicar la capacidad crítica, nos hacen ignorantes, nos llevan y nos traen conducidos por lacayos que han aprendido muy bien como hacerlo y ahora son buenos guatemaltecos que velan porque no dejemos de se anodinos en la colectividad y en la individualidad. Nos roban con todo ello la capacidad de sentirnos y hacernos ciudadanos de este país.
El diálogo estuvo más rico en el comentario de los ponentes y de los yos que nos hicimos presentes, que en la exposición escolar derrochada por un ponente y un respetable participante. Es en esta expresión libre en donde a pesar de los datos tristes y las experiencia fallidas y pesadumbrosas se manifiesta la esperanza y la exaltación a nuestra posibilidad de mostrarnos capaces en reconvertir lo que nos separa y fragmenta, lo que nos minimiza y destruye. Se trata con todo ello el sacar y utilizar la capacidad creativa y creadora para salir del perenne dependientismo al que nos hemos acostumbrado y que nos hace sosos y obesos sociales por la inactividad en la que hasta ahora vivimos.

Guatemala un país desmembrado pero con esperanza

(Parte I)
Asistir a la presentación favorecida por Diálogo Intergeneracional en el sombrío salón de del Paraninfo Universitario además de la curiosidad por saber lo que dicen nuestros intelectuales me retrajo en el tiempo. Si cuando en los momentos de la crisis del terremoto del 76, en donde este sitio nos dio cobijo por muchos meses (casi un año) a mi familia y a muchas otras en donde sin quererlo entramos en contacto con esa estructura vedada hasta ese momento. Recorrió mi recuerdo infantil veladas artísticas en donde por cuello el guardián de ese entonces nos colaba hasta los palcos oscuros y veíamos desde ahí parodias y arte diverso de los estudiantes universitarios de aquel entonces. Recodé entonces las réplicas del 5 de febrero, al medio día creo, en donde maravillado, más que asustado, observé desde la banqueta del paraninfo como las altas paredes de la Casa Central ondulaban de abajo hacia arriba al igual que lo hacía toda la segunda avenida hasta donde mis ojos alcanzaban ver. Recordé como luego cambié el ático del salón mayor por el parqueo, era más fuerte el deseo de sentirse con unos quetzales en la bolsa luego de “cuidar” los carros de los asistentes a alguna actividad de aquel tiempo. Recordé también los lugares prohibidos por el temor embadurnado por los adultos que contaban como el anfiteatro era más una carnicería de cuerpos humanos que cedían sus pedazos en beneficio de la ciencia y del aprendizaje en los futuros médicos. Recorrer los recuerdos de espantos y aparecidos merodeando con sus luces de ultratumba traslucidos en los enormes ventanales. Recordar como por fuerza mayor se usaban los servicios sanitarios y como más corriendo que andando se escapaba de la posibilidad de encontrarse con cualquiera de esas abundantes almas que se habían apropiado de las estructuras de la Escuela de Medicina.
Grato recuerdo también lo constituye ese cumpleaños, seguro que hubo alguna celebración anterior, pero recuerdo esta; terremoto, réplicas, desplazamiento, champa, carpa con una gran cruz roja, un brazo gitano aportado por mi madre, por eso respeto mucho esta presentación de pastel y cuando puedo me como un trozo aun a sabiendas que nunca sabrá igual que aquel que estuvo lleno de amigos efímeros, pudientes decía yo; muchos regalos, usados todos ellos pero ya se podrán imaginar ese cumpleaños en medio de los jardines, una bola de patojos que sobrevivimos al siniestro y que la experiencia se tornó en jolgorio. Recuerdo como mi hermano, el más pequeño se quedó trabado en el tiempo con una cuchara prisionera en su boca y su mirada perdida, vacía. La culpa la habíamos tenido los otros hermanos por molestarlo mientras comía. Granos, pelagra, susto, todo nos llegó luego de aquel movido amanecer. La visita de la maestra que buscaba a sus alumnos sobrevivientes en todos los asentamientos de la zona uno y de la zona tres. Ver su rostro pegada a los barrotes de la baranda de la calle nunca se me olvidará, ha seño Aida.
Esto y mucho más me generó la tenue luz, las sombras, la humedad y el frío de ese lugar y quizá cerro esa etapa el recordar como mi amigo el guardián me invitaba a conocer las nuevas colonias empujadas y apresuradas por el terremoto y para llegar a ellas caminábamos hasta sobrepasar el puente Veles Prado y tomarnos una taza de caldo con alguna familia anónima para mí. Ahora el descuido me roba la exactitud de su nombre, pero no se lo llevó el terremoto, no, se lo tragó el mar en una visita al puerto, salud amigo. Ahora ya puedo expresarles lo que pasó en esta actividad…

jueves, enero 15, 2009

Globalizar la guerra para recrear el orden mundial

O mejor expresado consolidarse donde ya se está y ganar más terreno de los otros más débiles, debilitados por esos mismos.

Quién exacerbará el coqueteo mortal para con ello encontrar la excusa casi perfecta, no hay excusa perfecta, para iniciar esa guerra global; quién dará la justificación, quien hará la ofrenda mortuoria, quién aportará al chivo.
En todo el globo hay exageraciones de violencia que en otro momento hubiese sido razón suficiente para desatar la furia “justificada ya” de los dueños del orbe. Vemos como con focalizadas guerras se pretende evitar esa tan temida confrontación y con ella el estatus consumista, de glamour y fantasía en la que vive la mayoría de sus ciudadanos en comparación de la precariedad y sobrevivencia de la otra gran mayoría de habitantes de esta tierra. Claro como no pues, cómo podemos destruir la mano de obra barata, como podemos destruir la infraestructura social y física, si restituirlo sería una “inversión” que es muy cara ahora. Pero si era significativa cuando se aplicó a Japón y a toda Europa al final de la Segunda Guerra Mundial. Acaso en su momento no se desarrolló un arma capaz de terminar con las personas sin tocar la infraestructura, al final de la dantesca historia ya hay precedentes que lo dicen, sino revise el repoblamiento de las Antillas.
Pero ahora vemos como con focalizadas guerras (sostenidas y de desgaste) se pretende evitar esa tan temida confrontación, vemos como se colocan grandes barreras de todo tipo para que el conflicto no desborde y se convierta en regional y luego en global. Que humanitarios son estos hacedores de guerra postmodernos, que evolucionados, que controlados, que inteligentes, ¡queeee buena gente son! . Cada uno defendiendo su pedazo y tratando a toda costa de no hundir el codo en el ijar sensible de su muy querido socio desarrollado, tratando a toda costa de “no tocar a dios con las manos sucias” como expresaba mi abuela-madre.