martes, diciembre 30, 2008

¡Integridad! Sí ¡Integridad!

¿Te has preguntado que tanto lo eres? Pero resulta que se es o no se es íntegro. La RAE lo define como: 1. Adj. Que no carece de ninguna de sus partes. 2. Adj. Dicho de una persona: Recta, proba, intachable. Con esto dicho no quedan medias tintas, por lo menos en la parte purista del concepto. Pero la expresión da para pensar en cuanto a la intensión jurada de éticos y moralistas que pueden ver en ella la comprensión ideal de cada miembro en una sociedad y con seria inclinación hacia el bien común, la solidaridad, la lealtad y el alto concepto humano en las relaciones entre los y las humanas.
Resulta que el concepto alcanza su positividad en la mayoría sumisa de un conglomerado social desde la aplicación normativa que castiga a todo aquel que no entra en esta prescripción moral y más aun en la condena eterna para aquellos fundamentalistas religiosos. Pero la duda que nace al ver que otros entes sociales tienen sus propias interpretaciones morales de este concepto, desde luego retorcido y antojadizo, dispuesto a las necesidades de mi bien personal, en donde el otro, ese vecino humano, no es más que un escaño, un instrumento de mis propias apetencias individualistas que descartan todo aquello que no es “útil” y utilizan con total gozo del poder al general procesos de indefensión, corrupción y pecado a los que más tarde que temprano harán sus discípulos quienes en forma seria aplicarán lo aprendido en sus círculos más reducidos y familiares en forma convencida.
Vemos nuestra sociedad y con gran facilidad podemos reconocer miles de ejemplos cotidianos de lo que no es integridad y como sus practicantes encuentran en la violencia y el poder las armas para perpetuarse en esa otra forma de hacer vida aunque eso cueste la vida y la integridad de los otros que aprendieron y necesitan vivir dentro de la práctica integral de valores y no de esos valores recurrentes para todo aquel criminal, mafioso e inescrupuloso que controla nuestra vida social sin miramiento con saña arropada por el derecho robado que les ha investido su mezquindad y enferma actitud de poder.
¿Soy o no lo soy?

Belice otra historia de migrantes


Hace unos días tuve el gusto de platicar extensamente con una artista y profesional guatemalteca que por desconocidas razones paró haciendo una opción de migratoria, si, parece nada extraña la acción dentro de los y las guatemaltecas, pero ella lo hizo hacia nuestro vecino caribeño, Belice. Hoy me cuenta que son una población que supera a los propios criollos beliceños y con creces a la multifacética migración india, coreana, china… que se han radicado en nuestro vecino país.
Dentro de las cosas que pudo compartir, que fueron variadas y enriquecedoras para mí, están las que en fechas recientes grupos mayas alcanzaron legalización de sus tierras como pueblo; eso ni pensarlo de este lado. Pero podemos instruirnos mucho más buscando las generales de Belice y bastará para saber que no son Nueva Zelandia, Australia o el Inglaterra, esta comparación por el origen de esta nación; pero no es cercana a la realidad de sus países vecinos. Estos elementos no buscan justificación alguna a ningún proceso legal que al final desde siempre nos ha excluido a todos y todas las guatemaltecas, y solamente nos llama al absurdo patriotismo como el pretendido en el 76 cuando la naturaleza nos pegó fuerte y el gobierno de ese entonces renunció a la masacre de miles de guatemaltecos a la hora de responder el imperio a la osadía chapina de recuperar Belice por las armas, si hay alguna duda hay que buscar la historia de Argentina y su invasión a las Malvinas. Al final nuestra historia está llena de despojos desde adentro y desde afuera, igualmente las dudas se pueden disipar visitando nuestra hemeroteca nacional y buscar que le muestren los mapas políticos de Guatemala y como fuimos perdiendo miles de kilómetros de de tierra, el último conocido al norte de Petén que fue a parar a manos de nuestro vecino del norte, la explicación estúpida y simplista que me doy es aquella de que el grande que jode al menos grande y poderoso y así son toca bailar con la más fea en este festín de potencias.
Pero lo triste de esta historia es que si hoy preguntáramos a las personas de esas tierras, otrora guatemaltecas, la opción de tomar la nacionalidad guatemalteca y traerse con esa opción las tierras y riquezas en ellas contenidas, me temo que la respuesta no nos sería favorable.
Pero ahora veamos como en silencio, con sudor, sufrimiento y sobre todo con miles de vidas aportadas en esta acción natural pero hoy legalizada, hemos ido colonizando las tierras del “tio sam” y otras regiones remotas en que los y las guatemaltecas en silencio se han ido ubicando para sobrevivir y mejor para encontrar las condiciones que les permitan ser mejores personas en el total sentido de la palabra y que en Guatelinda no han encontrado ni mucho menos se han visto con la intención que eso pase. Uno de esos lugares, no remoto, si, ahí a la mano y hasta más cerca que Santa Elena, San Benito o Sayaxché que en forma silenciosa ha ido permitiendo la presencia de guatemaltecos y hoy empiezan a sufrir nuevamente la discriminación de los criollos beliceños que los ven como los enemigos que les buscan quitar lo que hoy les da identidad como nación centroamericana, su territorio. Somos incapaces de negociar a tal punto que podamos compartir los beneficios de la tierra y sobre todo de la salida al mar, porque como podrán visualizar entre los derechos marítimos de Belice y los de Honduras nos quedaríamos sin una salida libre y soberana a esa parte marina del globo terrestre. Hoy en tiempos en los que en todos lados se repite que no pintamos nada como un solo país, que debemos integrarnos como región para poder competir para poder ser una región a ser tomada en cuenta hacemos lo contrario. Este año que viene es definitorio en este litigio internacional y seguro nos meterán en una consulta popular que fácilmente se podrá ver influenciada por corriente patrioteras que de seguro nos enfrentará y nos disuadirá de preocuparnos de tantas cosas importantes por las que esos otros guatemaltecos históricos no quisieran regresar, ni ellos, ni los territorios ni las riquezas contenidas en ellos; ya que si uno se marcha es para mejorar no para empeorar.

Educar en el no olvido


Informar, difundir, explicar, profundizar en lo que hemos sido capaces de hacer a través de la historia y que encuentra explicación científica para nosotros que no somos dados a la investigación o simplemente no contamos con los recursos ni con la intensión de generar información y sobre todo conocimiento para que el futuro no patee de menos apasionada como hasta hoy lo hace y lo sigue haciendo. A mediados del siglo pasado se desarrolló un experimento que más parecía que fuera sacado de la enciclopedia nazi, o por lo menos eso pensaría cualquier mortal que dudaría de la posibilidad que de este lado del mundo se hiciera este tipo de experiencias controladas. Ahora cuando se repite el experimento Milgram; no nos queda más que insistir en no olvidar, en educar para no olvidar porque podemos ver consternados de lo que somos capaces de volver ha hacer, seguro que los primeros voluntarios en este experimento simplemente no serían crueles porque ahora entendería y tendrían control de sus acciones y simplemente no cuadraría entre sus intensiones causar dolor a un semejante, claro sin dejar de lado al que realmente está enfermo y no podría nunca dejar de hacerlo y hasta mejorarlo estaría en sus intenciones.
Cómo ya sabemos que nuestra historia personal y social la vamos construyendo y en nuestros genes está la información orgánica que nos potencia a lo que podemos ser y hacer no nos queda más que educar en el no olvido, no en la memoria repetitiva y absurda que aplica nuestra sistema hasta ahora, recordar con sentido, recordar con criterio, recordar para que no volvamos tras nuestros pasos ya herrados y nos encaminemos por senderos que nos eleven de los estados larvarios en los que nos siguen manteniendo y en los que muchas veces nos posamos cómodamente.
Pero me llena de esperanza saber que un porcentaje importante, 30%, de los voluntarios en el experimento, no seguían adelante con la tortura. Quizá ese sea el porcentaje que en la historia cuenta para no aniquilarnos, los que hacen la diferencia; los que dicen basta, los que arropan a los más desvalidos y violentados aun en las peores pestes sociales de aniquilamiento humano.
¡Qué tan cerca estamos de esa vivencia del día a día en Guatemala, qué pronto hemos olvidado y que pronto hemos retomado las prácticas violentas de nuestro pasado reciente! Quizá en realidad nunca lo dejamos de hacer y no hemos tenido el tiempo de educar en el no olvido, hoy son nuestro niños, nuestro adolescentes y jóvenes los que a ciegas copian patrones violentos de los adultos y los reproducen en versiones que me atrevo a describir como mejoradas.