jueves, junio 19, 2008

Mujer y violencia... contra ella

La violencia contra la mujer

Acciones positivas desarrolladas a lo largo del continente nos insufla esperanza de que las cosas pueden ser mejores y si no lo son, es porque depende de cada uno de nosotros y de nuestra entereza por desacostumbrarnos “a lo ya establecido” y la trágica comodidad que eso implica para todos, pero sobre todo para las compañeras mujeres.
En Guatemala el tema de la violencia en contra de la mujer es lamentablemente una condición histórica y encapsulada en los patrones de crianza y en la práctica y reprogramación desde los padres, los maestros, los políticos, el sistema cultural en general... pero tristemente por todas las situaciones que se quieran ilustrar; son las mujeres que educan en la casa ,en la escuela, en la iglesia y que utilizan esos patrones conductuales de relación con la mujer, como medio de sumisión y hasta de sobrevivencia sin dignidad, ante la imposibilidad de verse autónomas y dispuestas de los propios recursos para asumir el rol ciudadano que les corresponde con todo derecho. Pareciera que el programa funciona tan bien que ellas mismas lo perpetua, esto sin afán de evadir la responsabilidad que nos toca como hombres. Pero, las estructuras en las que son educadas las mujeres por otras mujeres que sin quererlo hacen el trabajo sucio que la cultura machista pide para seguir reproduciendo el mismo sistema de violencia, represión y sometimiento hacia las mujeres. Esta responsabilidad es mayoritaria pero pareciera que muchas madres y esposas nos ayudan muy bien a mantener ese estatus de represor, de dominador, de dueño… cómo cada uno se descubra en esta relación hombre-mujer o mujer-hombre, que perfectamente pueden encontrar respuestas y apuntalamientos en bases psicológicas, sociológicas, culturales y sobre todo económicas de donde “justificar” su conducta represora y hasta tiranizadora en punto de asesino u homicida.
Siempre lo he dicho; nuestros pueblos no salen adelante porque la mayoría de la población, constituye por lo menos el 51 % en forma natural y la naturaleza es sabia, se encuentra en situaciones paupérrimas que las colocan en la pantalla del ataque violento (pasivo o activo) son las primeras violentadas por la frustración humana, las frágiles presas de la represión, del control y del poder a todo nivel.
Es triste ver como se van desarrollando políticas en favor de los derechos de las mujeres, pero a la vez se les niega toda oportunidad seria y responsable, presupuesto para educación, para capacitación, para planificación familiar, para ejercer su sexualidad, etc.
Cada país en el continente tiene su propia dinámica de mujeres pero parece que en general compartimos el mismo imaginario social del rol de la mujer y como somos uno, y complementarios con derechos naturales y divinos iguales pero políticamente incorrectos.
Propuestas como las coyunturalmente desarrolladas en nuestros países son protagónicamente correctas, esto cuando las ya establecidas para complacer convenios internacionales, tratados o alcanzar los ODM; carecen de muchos elementos que las hacen casi totalmente disfuncionales. Oficinas en donde se pide ayuda y lo que se recibe es indiferencia, estigmatización, abuso y hasta violencia, en donde el centro de interés no es la individuo, en donde las leyes tiene fundamentos claramente excluyentes, segregatorios y machistas en donde ninguna oficina de la mujer se puede apoyar y no encontrará sustento para llevar adelante la restitución de derechos o prevención de violencia y muerte de las mujeres. La participación activa de cada una de las compañeras mujeres no debe considerarse ni por asomo una dádiva del opresor, por el contrario debemos ser humildes y reconocer que hemos sido los mayores privados del disfrute pleno de la vida ante la negación de mi otro yo constituido por todas y cada una de las mujeres. Ahora les hago otra pregunta. ¿Cómo se asume el rol educativo sin caer el otro extremo, el feminista, igualmente radical y fanático que el machista que en nada aportan al desarrollo de la humanidad? Me imagino que la violencia (en cualquiera de sus formas) como elemento represor de esta intensión esta vigente; haciendo repensar a las mujeres en participar y aun más en ejercer sus derechos como ciudadanas en igualdad de condiciones.

El tema en las poblaciones que acompaño es complejo en cuanto a cultura, ya que los varones y las estructuras políticas y económicas son recalcitrantemente fundamentalista y ven como normal las conductas en contra de las mujeres. No se invierte en las hijas porque se pierde la inversión, la comida representada en las sobras, las peores piezas mezclado con el tabú de la abnegación y el sacrificio materno, es al final para ellas. Las oportunidades iguales y el doble filo de la espada de la maternidad es hipócritamente usado por los varones usándolas como reproductoras, mejor aun si solo varones procrean, (negando ciega y medievalmente la naturaleza de la adjudicación del sexo en el germen humano). Otra pregunta después de estas líneas que me resulta es: ¿Cómo los programas exitosos han enfrentado el elemento cultural para poder hacer su trabajo, qué estrategias han puesto en uso para romper con esa limitación asumida tristemente como profecía condenatoria por la mayoría de las mujeres en nuestro medio?
Algunas amigas y otros amigos me inyectan positivismo cunado me invitan a ver lo positivo, que haya programas que están funcionando y que tienen grandes posibilidad de ser replicados, por lo menos la idea, y mejor aun en las estrategias para adaptarlas a las condiciones de Guatemala. Cuando comento y pregunto no lo hago por parecer fatalista pero si realista en mi contexto. Creo que en Guatemala hay grande mujeres que son el valuarte que muestra que si se puede, pero lamentablemente son muy pocas o no visualmente expuestas y debe haber muchas más para poder acrecentar el efecto cascada en la construcción de una sociedad más incluyente y respetuosa de los ciudadanos no importando su sexo o cultura, una sociedad que le dé lugar a cada individuo y no lo someta desde las estructuras democráticas o no en la que grupos mayoritarios o no ostentan el poder y la dominación de otros, tiranizándolos en nombre de un sistema ignorando su individualidad y con ello sus derechos particulares.
Opiniones, comentarios, discusiones son importantes para poder transferir estos procesos a espacios familiares, institucionales y comunitarios que enciendan el motor en otros hombres y en muchas mujeres para construir esa sociedad aun desconocida para nuestras generaciones latinoamericanas que definitivamente están íntimamente vinculadas al desarrollo humano de nuestros pueblos.