jueves, abril 23, 2009

Las mafias ya están cabales


Vivir un organismo que producto de las circunstancias nacionales históricas, sociales, económicas y criminales se cae a pedazos, pero paradójicamente se mantiene vivo cual leproso medieval. Me atrevo a decir que esto es producto del descuido casi total al cual fue expuesto durante ese periodo funesto del conflicto armado, de la guerra interna que se murió en nuestro suelo patrio y que nos ha dejado tal cantidad de estragos; y sostener uno de ellos, un sistema penitenciario, era totalmente terciario, recordemos que las persona no llegaban a estos espacios carcelarios, muchos quedaban en las celdas de los distintos “toros”, como se les llamaba hasta hace poco a los cuerpos de policía, en el sótano del palacio de la policía nacional, en los ceparos de la “yudi”, “judi” o judicial; de no se cuantos sótanos oscuros, húmedos, incógnitas. Estos lugares se constituían en espacios de detención, muchas veces temporal para sus raptados. Recordemos que la guerra en Guatemala no tomaba rehenes, solamente había muertos o desplazados. En el momento final de esta época la institución que administraba las cárceles también fue parte del botín y dejarlo como estaba e ir llevándolo por ahí, sin mayor intención de hacerlo realmente lo que debería ser, un ente coercitivo del crimen y rehabilitativo de la mayoría de los ciudadanos que llegara ahí en su desventura vital.
Hoy todo mundo expresa frustración ante lo que no es y debería ser como institución, algunos expresan ideas claras de lo que hay que hacer y de cómo encontrarse atado de manos y cercenado de lengua para poder hacer. De inmediato vienen ideas locas, desesperadas que puedan dar respuesta desde una de las aristas que intervienen en el asunto, ¿por qué no favorecer la organización de las personas que tiene estabilidad laboral?, y lo digo de este grupo porque del resto no hay como en este momento, para este grupo hay que desarrollar la carrera penitenciaria primariamente. Pero veo como afloran tantas limitaciones que me hace dudar del ejercicio. Individualismo de sobrevivencia, fragmentación, temporalidad muy volátil de las alianzas individuales, egoísmo e indiferencia profunda, ignorancia, insensibilidad manifiesta ante la institucionalidad y el colectivismo, hipocresía total en las relaciones (política se le llama por acá), sonrisas y puñaladas cotidianas, ¡uf! Y sigue. En esta atomización todos los fragmentos están contentos en cuanto no se les mueva de su estatus laboris, aunque esto implique hacer nada, hacer lo mínimo o “surfear” en el mar de la burocracia y la ausencia de autoridad en tanto se olvidan de la tarea asignada despiden o trasladan al asignador, todo es darle larga al asunto, retardar, evadir. Acá es más fácil que salga despedido cualquier jerarca que un indolente presupuestado, eso es el poder de lo establecido, del contacto, del amiguismo o de los trescientos pesos. Pero extrañamente esta estructura funciona, deambula y se mueve amebiáticamente; amorfa, fantasmal y atemporal. Todo eso hace difícil la organización, como hacer entender que en la organización formal y legal está la fuerza para alcanzar la institucionalización; que ahí se encuentra el final de las micro mafias rotativas y miserables que contaminadas con los despojos permiten las macro mafias opulentas, una relación totalmente permisiva de unos y otros, y hay de aquel que no entre en el asunto porque más pronto de lo esperado encontrará puertas cerradas, pérdidas repentinas, descuidados olvidos, chismes, denuncias y en el mejor de los casos indiferencia marginalizante. Quizá las individualidades no quieran concentrarse en una sola organización pensando que un día de estos las situaciones cambian y le toca el turno a un “cuate” o a él mismo y ahí va ha estar el desquite. Entonces se entiende que no tener un salario justo, un seguro de vida, un plan de retiro digno, equipo, capacitación apropiada intensa y de buena calidad, espacios dignos de trabajo y un plato de comida que de ganas de comer luego de haber cumplido con el sagrado derecho y deber de trabajar es parte de del karma, del destino o del dios que así lo quiso y no de mi capacidad personal y de mi derecho como persona, como empleado, como ciudadano.

lunes, abril 20, 2009

El Sistema Penitenciario… sus dolencias

En estos días y con pocos cambios en la historia del Sistema Penitenciario veo cómo en una complejidad pasmosa se estancan los procesos necesarios para salir adelante, no ofreciendo desde esta estructura posibilidades reales de cumplir con sus misión constitucional sin poder dejar de lado la expresión de cada una de las autoridades que llegan y se van sin apenas dejar huella, enunciando a la institución como la “Cenicienta” del Misterio de Gobernación. Esto no lo podemos expresar mejor que con una explicación macabra construida por los intereses de algunos malos guatemaltecos que encuentran en esta situación lo propicio para perpetuar la tragedia nacional. Es más que un simple complot histórico, va más allá de de esa intención y se queda entre nosotros como otra acción violenta, criminal, deshonesta y totalmente alejada del sentido profundo de justicia, toda una actividad criminal como muchas normalizadas ya en nuestra realidad nacional; lo veo y encuentro palabras ajenas que hacen eco en mi perspectiva el columnista Mario Fuentes Destarac lo vincula a lo que llama la “economía brutal”. De esa en que estamos hechos en Guatemala, de esa que muchos puritanos capitales de hoy fueron construidos y fortificados (leer: “Los Diputados y sus negocios). De la buena voluntad de la gente no dudo, pero hay un expresión que llenaría mi apreciación de esta situación “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”. Todos tienen razones para hacer o dejar de hacer las cosas, todos tiene una excusa, una interpretación, un interés bañado en la interpretación de lo que debe ser el Sistema Penitenciario. Todo mundo tiene su propio “deber ser” en donde en forma directa o menos expuesta aparece el beneficio individual, hacerlo a su medida, pero eso si, que funcione solito, pero a mi medida; porque “yo no me comprometo”.
Soledad triste la que acompaña a cientos de sonámbulos que esperan con el tic tac de la segundera la llegada de la preciada jubilación, “cómo la quiere… por edad o por tiempo cumplido…” expertos en tiempos y papeles que liberan al humilde servidor o al encopetado profesional de una vida de frustración, vacío y hastío generado por la espera de las 13:00, de 17:30, nunca de las 9:00 de la mañana y de todo asueto, salida inesperada, visita eterna al IGSS, somatización o mentira de turno para hacer menos tediosa la espera, en donde el tiempo que queda se gasta en prácticas de sobre vivencia laboral en donde con uñas y dientes, con chisme, con cuello o demanda; amordazo a una institución lacerada, prostituida y ninguneada no por unos cuantos. En estas condiciones es fácil trabajar porque hay mucho que hacer, que lógicamente entenderemos que es los que los otros dejan de hacer o simplemente omiten hacerlo, “para qué si te todas formas…”
Pero increíblemente funciona, funciona a medias, pero funciona como un organismo conectado a la máquina de diálisis, al corazón artificial, a las transfusiones; no pidamos más porque cualquier esfuerzo lo hace entrar en crisis vital, coma (que es en donde está desde hace tiempo) y muerte. Bueno creo que definitivamente sería algo conveniente que permitiera empezar de nuevo y quemar hasta las cenizas para que realmente fuera nuevo. Sabemos que esa acción es difícil, se requiere de gónadas bien cargadas y que a todo nivel permita hacerlo; pero mientras la “mano peluda” siga metida en esta estructura “persuasiva, perversa y cínica” de las conductas criminales de algunos de estos hermanos y hermanas ciudadanas de esta Guatelinda, que lo permiten y que se lo reparte en pushos miserables o los que se quedan con lo grande dejando que pase de todo. Este proceso reconstructivo (para decirlo apegado a la realidad y no a la fantasía de decir nuevo) en el que la posible rehabilitación de los que ya están adentro será cosa individual, circunstancial y de sobrevivencia más que de intensión política, humana y social; que tendrá que ser reflejada en la rehabilitación de todos esos zombis que deambulan día tras día contando su propia historia, esperando que otra cosa pase, pero eso sí sin verse movidos a participar en la solución.

jueves, abril 02, 2009

Esa “vaca sagrada”


Para iniciar de sagrada no tiene nada, pero como la expresión es válida para esos eventos, personas o instituciones intocables, inmunes e impunes en su actuar, entonces lo uso con total libertad. Pero sin dejar de enfatizar y mejor entender, podemos externar la holgada impunidad, abuso, violencia y encubrimiento delictivo que se practica bajo su oscuro género.
Una nueva época cuaresmal llega y llega aperturada nuevamente por celebraciones religiosas pero eso si, acompañada por una riada de aprovechados que ven como la oportunidad se brinda de nuevo para ser, para sentirse como se han de sentir los criticados, los violentos; es algo parecido a la sustitución de personalidad, que en nuestro caso es hacerse represor, violento, abusivo, ladrón; criminal en pocas palabras.
A tal situación llega nuestra indefensión y normalización de la vida convulsa que nos hacen vivir en nuestra patria que cerramos ese ciclo de oprobio acompañando a nuestros victimizadores, aquellos que en nombre de la solidaridad, de la tradición, garrote en mano, cadena o clavos obstaculizan el paso, irrumpen el respeto de los demás, coartan la libertad en nombre de la tradición. Vaya tradición que nos hemos tenido que tragar, tradición encubierta en el anonimato, en la máscara, en el poder que corre con la sangre alterada de quienes eufóricos olvidan su naturaleza humana y disfrutan de los placeres cárnicos de los perros que nos arranca a pedazos la vida en nuestro día a día. Me recuerdan estas escenas el “tiempo santo, tiempo santo” exaltado en la video cinta “Madeinusa”, una oportunidad grande para dar rienda suelta a todas mis bajas pasiones durante un periodo previo a tiempos santos en los que “dios está muerto” y no puede ver lo que hacemos y por tanto no cuenta en nuestra pena.
Así tenemos muchas extrañas tradiciones que las enmancuernamos con la idiosincrasia, con la cultura guatemalteca y que porque es parte de ese extraño “ser como somos” no nos atrevemos a dejar, a transformar, a ser creadores de nuevos elementos igualmente idiosincrásicos pero menos funestos.
Bueno pues ya en estos días caminaremos en miles como reses al matadero para ser los espectadores de una tradición fallida, sin sentido; así como se sigue haciendo hasta ahora, sin poder generar cambios creativos, siendo nada más una burda copia del poder que practican los que criticamos, reiremos como idiotas, huiremos angustiados por el perseguidor encapuchado aprovechando para practicar la sobrevivencia de la próxima semana. Asistiremos a nuestro propio circo romano en donde los gladiadores, las fieras y los descarnados seremos los mismos.